lunes, 2 de junio de 2008

Artículo de RAFAEL GROOSCORS CABALLERO de 14/01/07

LA REVOLUCION DEMOCRATICA TIENE QUE SER RESCATADA
(14 de Enero de 2007)
(Rafael Grooscors Caballero)

Los resultados de las pasadas elecciones (3 de Diciembre) y la reelección del Comandante Hugo Chávez Frías, para el ejercicio de la Presidencia de la República por seis años más, demuestran, fehacientemente, que existe una nueva realidad en el escenario electoral y opinático del País. En los últimos 15 años no sólo hemos dejado crecer la pobreza, a extremos altamente críticos, sino que igualmente hemos permitido que se “desbarate” buena parte de la construcción moral y material lograda por nuestra democracia moderna y se haya ampliado enormemente nuestra relación de dependencia económica y tecnológica del exterior. De los diagnósticos realizados recientemente por las empresas mejor calificadas en el área de la investigación social, se desprende que somos, ahora, una sociedad sin temor a ser regida por la “desorganización” y a precipitarse en la anarquía. Aparentemente, nos hemos “desideologizado” y hemos dado paso a un pragmatismo (oportunista) que ha ganado la confianza de la gran mayoría de los integrantes del Pueblo venezolano. La pérdida de una percepción más o menos racional (consciente) del contenido social del proceso democrático venezolano, por parte, fundamentalmente, de las bases populares, de las estructuras sociales más deprimidas del País, --apreciable aún para 1990-- nos condujo, a nuestro juicio, a la actual situación de opinión, cuando una gran parte de nuestra gente parece adaptarse, con relativa fidelidad, a las propuestas de un nuevo Socialismo –el Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez— ignorando el verdadero significado de esta versión revolucionaria, pero bajo el convencimiento colectivo de que la democracia original del 45, rescatada ya el 58, había fracasado estruendosamente, --en cuanto a su promesa de ascenso social de las clases bajas y de propulsión del desarrollo general del País--, por lo cual Venezuela y su pueblo merecían y justificaban un cambio radical, en todos los órdenes de sus estructuras socio-económicas y culturales, pero….. sin saber para qué, ni porqué, ni hacia donde ni como intentar tal cambio. Algo tenemos que hacer, pero sin perder de vista, utópica, ilusamente, la realidad histórica en la que vivimos. Las voces que quedaron enterradas en el pasado, gritando las ideas que ahora nos faltan, no pueden romper tan fácilmente este silencio impuesto por el conformismo de una sociedad enferma, anómica, inerme, abúlica y entreguista. Es indispensable imaginar nuevos instrumentos de acercamiento e interpretación de la realidad. Debemos ser creativos y colocarnos en la vanguardia de los acontecimientos, para ir moldeando un futuro firme, capaz de resistir cualquier intento de reacción regresiva. Son muchos los desconsolados que, no aceptando la realidad y suponiendo que necesariamente el resultado electoral, oficializado por el CNE, lo único que demuestra es que hubo fraude y que todo se organizó fríamente dentro de una artera manipulación de la voluntad de los votantes, satanizan ahora a los dirigentes del comando de campaña de la oposición unida, al propio Manuel Rosales y no hacen otra cosa que zaherirse y desviar la orientación de la lucha, en sentido contrario a sus propias conveniencias, que son las de todos, sin excepción, de los que creemos en los valores de la democracia, como sistema de vida y de gobierno de una sociedad civilizada. Veamos las cosas de otro modo. Los resultados electorales, según la versión oficial, más bien indican que existen posibilidades para triunfar, en una futura batalla en igualdad de condiciones, enfrentando la Democracia (Social) al Socialismo (Autoritario). Si el oficialismo chavista, con todo el apoyo, abusivo y desenfrenado de los recursos y los poderes públicos (totalmente sometidos a su voluntad y dispuestos sin limitación ni control de ningún orden), según sus propias cuentas, apenas logró el 45.6% de los votos (7 Millones Trescientos Mil sobre los 16 Millones del REP) nos demuestra que en un combate con armas similares, transparentemente, el “monstruo” puede ser vencido. Rosales obtuvo 4.287.467 votos (el 26.7% del REP); la abstención llegó a 25.9% (4.150.400 venezolanos activos que no votaron) y los votos Nulos, en un sistema altamente sofisticado, alcanzó la cifra de 160.081 impulsos perdidos, equivalentes a un poco más del 1% del total del REP. Estos números sugieren, sencillamente, que si continuamos en el camino de la confrontación civilizada, dentro de lo que podemos llamar “la democracia aparente” de un régimen con pretensión totalitaria, de producirse un “aflojamiento” del control de los instrumentos de presión por parte del sector oficial, casi Nueve Millones de venezolanos podrían detener la marcha del ruidoso “socialismo chavista”. Mucho mas aún, si aceptamos, como no es dificil presumir, que en el abuso y en el desenfreno de la manipulación de las instituciones, incluídas, desde luego, las principalísimas de la función electoral, el chavismo “infló” hasta el máximo posible su verdadero tamaño impuesto –votación virtual, derivada de un falso REP— tenemos que llegar a la conclusión de que de nuestra inteligencia, de nuestra astucia y de nuestra imaginación, dependerá el éxito o el fracaso de nuestra estrategia, encaminada, como debe ser, a la legítima recuperación de la Revolución Democrática. Revolución en su sentido más dinámico, de transformación constante e indetenible, de todos los factores socio-económico-culturales componentes de la vida colectiva, mirando siempre hacia un Estado Superior de Bienestar, es decir, hacia el Desarrollo tal cual como se le concibe en la modernidad y hasta en la post-modernidad actuales.

LA INVESTIGACION NECESARIA

Dos aspectos de todo este amplio y complejo fenómeno de cambio de opinión y de actitud en la colectividad venezolana, merecen destacarse. El primero, el relacionado con la “transparencia” del REP, en el sentido de que es imprescindible saber, con exactitud, si todos los que conforman este enorme ejército de votantes, son venezolanos, si viven en Venezuela, si están integrados a la comunidad nacional y si, en realidad, incluso, existen o son, en alguna cuantía, votantes virtuales. Fue muy relevante, muy significativo, el rechazo rotundo que reveló el CNE a la simple posibilidad de que la composición y estructura del referido registro pudiera ser auditada técnicamente por las principales Universidades Públicas del País, con excepción de las llamadas bolivarianas, de reciente data de fundación y obligatoria sumisión al oficialismo. Aparentemente, algo más que una política de protección a la identidad de los electores animó al CNE, de reconocida y comprobada parcialización chavista, a cerrarse a cualquier examen del universo electoral, precisamente cuando se avecinaba una elección o reelección presidencial. En todo caso, durante casi toda la historia del funcionamiento democratico del País, la relación votantes-población ha estado comprobada en un 48%, por lo cual un salto repentino hasta un 60% en pocos años no deja de ser, por lo menos, sorprendente, si se está claro en que no han ocurrido alteraciones dramáticas o sobrenaturales en la tasa de crecimiento de la población. El segundo aspecto importante es el relacionado con la abstención, mucho más cuando todos los estudios de opinión han venido revelando, una intensa polarización de los venezolanos entre dos frentes de sistemático antagonismo. ¿Cómo identificar la naturaleza de esta abstención?. Según los datos del CNE, los electores venezolanos que se abstuvieron y no concurrieron a su cita con la historia del País al que pertenecen, con la sociedad en la que trabajan, estudian y viven, fueron casi tantos como los que sufragaron por el candidato de la Oposición unida. ¿Quiénes fueron ellos, los que se abstuvieron, porqué se abstuvieron y para qué se abstuvieron?, son preguntas que es indispensable responder, a la hora de intentar la configuración de una estrategia que apunte hacia un éxito comprobado, en el corto, en el mediano o en el largo plazo. ¿Existe alguna relación entre el violento crecimiento del REP y la altísima cuantía de los abstenidos en un País abiertamente polarizado?. No es posible la configuración estratégica racional, si estas incógnitas no son suficientemente despejadas y a tiempo.

LA PENETRACION CULTURAL

El objetivo táctico y estratégico de promoción de la REVOLUCION DEMOCRATICA, de rescate en sus orígenes, de reafirmación o reforzamiento en la conducta popular, de su moral y de su doctrina, tiene (o debe) lograrse, necesariamente, en los fundamentos humanos de la Sociedad, en los estratos inferiores, en la sede natural de las víctimas de la injusticia social, de la desorganización y de la anarquía. En las bases populares, en la calle. Por eso, luego de la investigación de la que hablamos en los párrafos anteriores, conociendo con precisión la cuantía del fenómeno de cambio hacia el discurso socializante, hay que determinar, también con exactitud, cual es el auténtico modo de pensar y de sentir del venezolano actual, cual su actitud ante la vida, cuales sus repuestas a las principales ofertas políticas de hoy y en donde están ancladas sus legítimas esperanzas, no sin antes o simultáneamente, precisar cuales son sus verdaderas necesidades, los problemas reales que le sumen, hoy por hoy, en su deplorable estado de miseria, moral y material, de inseguridad y de desasistencia y cómo es que podrían superarse las dificultades que le oprimen, para orientarse hacia un desarrollo creciente y sostenido, sin interferencias retroactivas. Hay que integrarse al sustrato de la Nación y ocupar el espacio necesario, allí, inconmovible e indesbordable, para intentar el rescate de la Democracia (revolucionaria) con los propios sujetos de su acción y con su propio esfuerzo.
Las asociaciones de vecinos, las juntas de condominio, los comités de barrio, todas las estructuras simples de la organización comunal, tienen que ser detectadas, como objetivos primarios, en el diseño de una estrategia de ocupación revolucionaria, por instrumentos que despierten su simpatía hacia el enfrentamiento y la solución de su disímil problemática socio-económica. Al respecto, debemos recordar el éxito que se obtuvo, en los instantes iniciales de la recuperación de la Democracia, luego de la caída de la Dictadura perezjimenista, con los programas, universalizados en todo el País, del llamado para entonces “movimiento de desarrollo comunal”, que con tanta autoridad y suficiencia dirigió un equipo profesional, comandado por la Dra. Carola Ravell y que fue capaz de dotar a pueblos, aldeas y barrios de toda la geografía nacional, de las estructuras más simples del denominado capital social básico de las comunidades. Desde luego, esta no puede ser tarea de una sola causa partidista, ni de la voluntad, por más empeñosa que fuere, de un solo grupo de hombres. Es la tarea de un Frente compacto, unido férreamente, intercomunicado en todos los instantes y espacios de su acción, con un lenguaje común, un comportamiento común y la conciencia de un propósito común, donde la inclusión sin límites debe ser el principal rasgo de su exhibición pública. Esa es, precisamente, la misión fundamental e irrenunciable del Frente para la Defensa de la Revolución Democrática. De su diseño, de la factibilidad de su organización, de la meticulosidad de su montaje, de la supervisión de su acción, dependerá el éxito en el rescate de los valores perdidos y en la base de la salvación de Venezuela. A este tenor, debe, ahora más que nunca, tomarse muy en cuenta, por la última referencia presidencial con respecto a la transformación del modelo de división político territorial de la Nación y su posible adaptación constituyente a un comunitarismo precursor del socialismo que propugna, la naturaleza y la misión de los recientemente creados Consejos Comunales, organismos que según revela la jerga chavista, están encaminados a “sustituir” a los Concejos Municipales y a las Alcaldías, como fundamentos institucionales de la integración nacional y que pensamos que van a responder (los nuevos Consejos) a la misma estructura en la que se encuentra dividido electoralmente el País y no por simple coincidencia. Es decir, su número y ubicación puede ser paralela a la de los Centros Electorales, calculados en unos 12 Mil para el momento actual. La estrategia “por abajo” de la penetración cultural, debe asumir la principalísima responsabilidad de tocar a la puerta y de entrar, con ánimo posesivo y de control, todo el edificio social que conduce a los Consejos Comunales y hacerlo ya, antes de que sea tarde y antes de que puedan ser convertidos en “soviets” inexpugnables o a responder a la dinámica del “somatén” falangista.

EL RADIOPERIODICO NACIONAL “PULSO DE VENEZUELA”

La cultura se hace, desde un principio, en mensajes que se transmiten, de boca a oreja, en el seno de la familia y en su expansión gradual hacia los grupos que integran su medio ambiente humano y social. Lo que ahora se requiere es un proceso de reafirmación de principios y valores olvidados, relegados, despreciados, pero nunca superados ni sustituídos en la esencia de su contenido positivo y saludable para todos. Cuando entendamos y estemos suficientemente claros de cómo somos hoy, en que pensamos, como sentimos y que es lo que necesitamos, podremos construir el compendio de mensajes que nos facilitarán la tarea que tendremos que ejecutar. Muchas son las vías que deben ejercitarse para el logro de este cometido, pero una de ellas debe ser la adecuada utilización de los medios de comunicación más parecidos al punto crítico social adonde debemos llevar nuestra voz. Sin descartar los grandes medios y procurar su oportuna distribución, creemos muy conveniente intervenir el medio radial, tanto el comunitario como el local y el nacional, a través de una especie de cadena, cuyo entramado deben diseñar a su vez especialistas de este medio, procurando siempre su fresca revelación como expresión de cada pequeño ambiente adonde se difunda su emisión. Habrán medios complementarios y los estrategas nacionales del Frente, procurarán la mayor cobertura posible, su frecuencia y su repetitividad, así como la evaluación constante de los resultados alcanzados. Día a día. Pero se trata, en todo caso y directamente, de un trabajo de penetración cultural que habrá de enfrentar múltiples factores de resistencia y que tendrá que vencerlos. El nombre que sugerimos no es lo más importante. Pero en si constituye una propuesta que puede ayudar a seleccionar el mejor modo de lograr su cometido. Se trata, en definitiva, de promover el rescate de la Revolución Democrática, enfrentada a la desviación de la Revolución Socialista, precursora de fracasos que hundirán más en la miseria y el subdesarrollo a nuestro pueblo. La Democracia tiene que enfrentar al Socialismo y tiene que vencerlo. El Socialismo se fundamenta en el supuesto de que el Capitalismo (la burguesía para el momento del nacimiento del término) es el instrumento final de opresión del pueblo y que su modo de producción es lo que consagra la injusticia y la convierte en una sólida herramienta de dominación de las grandes mayorías por las cúpulas del Poder político y de la economía. Por eso propugna la “unidad del pueblo” en el Partido Unico, con lo que se acaba la pluralidad y la disidencia en el frente político y sepulta el ejercicio de la libertad como principal valor de vida del individuo y del ser social. El Partido Unico es la mayoría y las minorías deben ser derrotadas por “el pueblo unido”. Propugna la centralización económica, porque la clave de oro que exhibe es la “de la justa distribución de la riqueza”, lo que no puede alcanzarse si el “interés social” no se impone como supremo director de la producción, a través del Estado. Por lo mismo no puede aceptar la propiedad privada de los medios de producción, ni de los bienes y servicios cuya posesión resulta de su concentración en manos de “unos pocos”. La educación tiene, necesariamente, en el Socialismo, que ser igualmente centralizada, impartida en lecciones únicas y estar motivada por la idea central de “producir” un hombre nuevo, capaz de interpretar la superposición de lo colectivo sobre lo individual. Por eso mismo, la comunicación tiene que ser homogénea y estar controlada por los mismos jerarcas que modelan el Socialismo. La Salud y la Seguridad Alimentaria no pueden alcanzarse, para el ser social, si no existe una estricta disciplina en la utilización de los medios para procurarlas, por lo cual su dirección tiene que incorporarse al concepto de la planificación centralizada. ¿Hay alguna duda sobre la “cualidad” totalitaria, indispensable, del Socialismo? ¿Puede haber una “democracia totalitaria”?. Socialismo y Democracia no solo son conceptos teóricamente antagónicos, sino que son estilos, conductas de organización social opuestas y que se niegan entre sí. Nuestra historia ha hecho al venezolano esencialmente demócrata. A través de la democracia, según lo que intuye, es como puede alcanzar su superación social, mediante el desarrollo de los factores de la economía y la producción, con sentido social y para procurar la igualdad en la abundancia y el bienestar, enterrando para siempre la injusticia, la pobreza, la inseguridad y las grandes distancias morales y materiales entre las clases. Vamos a recuperar su cultura original y vamos a hacerlo cada vez más democrático, para que sea cada vez más feliz. La Revolución Democrática tiene que ser rescatada.

CONCLUSION

La palabra Revolución tiene en Venezuela y, particularmente, en las bases de su sociedad, una interpretación mágica y positiva. No tiene porque ser, en sí, pertenencia de ninguna ideología. Pero, sociológicamente, “ser revolucionario” en el pueblo venezolano, es ser audaz, valiente, acertado y decididamente partidario de “cambiar las cosas para mejor”. Desde nuestro descubrimiento, pasando por el coloniaje y por la guerra de la Independencia, la palabra Revolución ha sido empleada, muchas veces con abuso y hasta histriónicamente, por quienes han acuerpado un movimiento opositor al que detenta el Poder, así como por quienes han intentado cambios profundos en la organización de la sociedad y, en general, en la Nación. La gran Revolución en Venezuela, desde la fundación de la Primera República, ha sido la Revolución Democrática, a la cual llegamos, después de muchos fallidos intentos, devenidos en guerras o confrontaciones frustradas en sus propósitos cívicos, en 1945, con la llamada “Revolución de Octubre” y que incorpora, por primera vez, al libre y pleno disfrute de sus derechos cívicos, a todos los venezolanos, sin excepción, para definir, en lo adelante, con base a consultas populares, el destino de la Nación. El hecho de que un Partido en especial (Acción Democrática) haya sido el principal protagonista de este extraordinario acontecimiento histórico, no limita su correspondencia en detrimento de todos los demás valores humanos que han liderizado Partidos y Movimientos populares, organizados y sostenidos posteriormente. Lo importante y significativo para este análisis, es que la única Revolución que se ha alimentado, siempre, con lo mejor y más legítimo del Pueblo venezolano, ha sido la Revolución Democrática y, hoy por hoy, no podemos permitir que quienes, en el fondo, la adversan en su contenido libertario, puedan apropiarse de su apelativo original. Nosotros somos, en verdad, los auténticos “revolucionarios”, los que creemos, firmemente, en los perfiles más enfáticos de la Democracia. En la pluralidad y el consenso. En la plena libertad de pensamiento, de expresión, de actuación y de organización social. En la representatividad adecuada y oportuna de los distintos sectores componentes de la Sociedad (mayorías y minorías) y en la directa y lineal participación popular. Incluso, hasta en la posibilidad real de gobiernos colegiados, cada vez más representativos y auténticamente democráticos, que en las tendencias autócratas que se atribuyen los supuestos “revolucionarios socialistas” con su tesis de la reelección permanente --¿infinita?— y de la Presidencia Vitalicia para un “gran Benefactor” con nombre propio, en un increíble ejercicio de petulacia grupal que supera la sevicia y el “arrastrismo” de las peores Cortes Soberanas de las mas abominables Monarquías del pasado. Es imprescindible, en suma, rescatar y para siempre, la Revolución Democrática venezolana.

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