Maracaibo, Viernes 4 . 04 . 2008
La Venezuela parasitaria
Israel Fernández Amaya /Abogado
Una sociedad fracturada, dividida y enfrentada, sólo garantiza al gobernante la posibilidad de utilizar a sus mantenidos directos, con la incondicionalidad relativa de un por ahora. La sumisión visceral es un nexo transitorio, basado en un hecho fortuito que se origina con la mal llamada bonanza petrolera, caracterizada en Venezuela por el aumento compulsivo de los precios del petróleo y no en la producción y productividad de la industria petrolera; ahora exportamos menos, incluyendo los negocios marginales, que en la realidad son verdaderos fraudes legales en los cuales se disfrazan dádivas y compra de gobiernos extranjeros.
La sociedad parasitaria lleva en sí misma el germen de su destrucción. Las misiones son el mecanismo que, vulnerando cualquier tipo de control legal o de elemental administración, han convertido a millones de venezolanos en adictos a la limosna y al ingreso fácil, muchas veces inmerecido. Se ha cercenado la voluntad del trabajo digno.
El papá gobierno tira y encoge en eso de repartir, y los mendigos sociales se han transformado en expertos en las tareas propias de obtener las dádivas: trasnochos y largas colas para obtener el cheque y la misma rutina para hacerlo efectivo en el banco. De esa manera cumplen su horario de trabajo. Son mendigos de Estado, ya sin autoestima y generando una miseria autosustentable a través del soborno social.
La calamidad que se ha cernido sobre nuestros ya inexistentes valores es de asombro. Después de casi 10 años, nuestras clases necesitadas en su mayoría son mercenarias de la miseria, dispuestos a gritar, marchar, lesionar a quien se les ordene, pero sin ocupación definida.
El Gobierno ha desatendido deliberadamente la economía; en su papel de parásito mayor, despilfarra la riqueza fácil del petróleo, endeuda a PDVSA, ésta a su vez es cada día más ineficiente y las aves de rapiña revolotean sobre Venezuela, esperando el inevitable desenlace de nuestra industria petrolera.
Lo triste es que los políticos opositores, salvo las excepciones de rigor, ya están bailando al son de la rumba electoral, enceguecidos por un triunfalismo del cual no fueron parte decisiva ni liderizaron el 02-12-2007 con el intento de reforma constitucional. La ceguera electoral dirigida desde Miraflores no les da posibilidad para percatarse del camino que llevamos, o si lo perciben le dan prioridad a las mezquindades políticas.
Nuestra economía es hoy peor que en todos los gobiernos anteriores. El deterioro social y los efectos generados por el soborno social, han degradado a quienes viven de la limosna de Estado y eso tiene y tendrá graves consecuencias. La actividad económica ajena al petróleo es anárquica y constantemente amenazada por el Gobierno, estrechando el sometimiento y control social, incluyendo la educación.
Nada hacemos con un proceso electoral, hoy más amañado que nunca, si las bases sociales se desmoronan. Requerimos un despertar y acciones de defensa a la dignidad nacional.
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