El comunista es el último eslabón en la cadena evolutiva humana, es la escoria de la Sociedad, pierde su Libre Albedrío al someterse al Estado
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Siempre ha existido la tendencia a diferenciar el comunismo del socialismo, tratando al primero como a un indeseable esperpento ideológico, encaminado a destruir el orden de valores consagrado por la civilización universal y al segundo, al socialismo, como a una sana concepción que salva al hombre de la perversión totalitaria y lo ubica en el sano imperio del ejercicio democrático, dentro de un régimen que mas bien propicia el perfeccionamiento de la justicia y de la libertad. Decíamos que el vocablo, la palabra “socialismo”, aparece en la literatura política, por primera vez, bien avanzado el siglo 19 y que –agregamos ahora— ni siquiera Juan Jacobo Rousseau la alude en sus ilustrados escritos sobre la igualdad social. Del socialismo comienza a hablarse, ya superado el feudalismo, como una apertura humanizante de la nueva sociedad que surge como consecuencia del posicionamiento histórico de la Revolución Industrial. Socialismo y Capitalismo son conceptos que se aplican, en la teoría sociológica, más al ámbito de la economía que de la política y se refieren, fundamentalmente, al modo de distribuir los beneficios que aportan los nuevos modos de producción industrial, acumulados en el capitalismo por los tenedores del factor dinero y de la propiedad y ofrecidos en el socialismo, equitativamente, a todos los que intervienen en el proceso de la producción. El socialismo utópico original parecía, mas bien, fundamentarse en tan antiguos argumentos en pro de la justicia social, que bien pronto fue parangonado como una vertiente moderna del pensamiento cristiano. Pero resulta casi obligatorio, pensando en el mundo de hoy, reconocer que el Socialismo comienza a tener vigencia histórica, cuando Federico Engels y Carlos Marx producen su “crítica a la economía política” reinante para 1850, que es el sustrato del Manifiesto Comunista y del llamado “Socialismo Científico” que une, en una sóla propuesta, la aplicación práctica de la Teoría Económica –el valor, la plusvalía— a la Teoría Sociológica –la “liberación social”—para concluir en la necesidad de la planificación totalmente centralizada de toda la producción industrial y en la dictadura del proletariado para administrarla. Es decir, en el comunismo tal cual como se lo entiende hoy. Obviamente, en el orden político y en lo histórico, el “socialismo comunista” es el más perfecto de los socialismos y todas las demás propuestas que utilizan el vocablo no pasan de ser voluntariosas iniciativas con sentido social y humanístico, insertas en el espíritu democratico, de justicia y de libertad, para el cual no parece haber discrepancia alguna. La llamada “socialdemocracia”, para muchos y para nosotros, dista mucho de ser lo que algunos tratan de propugnar: un socialismo democrático; es una democracia social, funcional y activa, que procurará, cada vez, un perfeccionamiento de los caminos para alcanzar la mayor suma posible de bienestar colectivo, pero manteniendo intocadas instituciones que consagran los valores sustantivos de la condición humana civilizada, la libertad individual como la primera de ellas. Por eso, cuando ahora oímos hablar de un supuesto “Socialismo del Siglo 21”, probablemente basado más en cautivadores bienes estrictamente capitalistas, como la riqueza petrolera de Venezuela, no dejamos de pensar que nuevamente aparecen en el escenario los clásicos timadores ideológicos de otros tiempos, similares a los que facilitaron el surgimiento del fascismo en la vieja Europa de los años treinta y que tantas vidas costó a la humanidad. El fracaso de la Unión Soviética y su autoliquidación –implosiva— por mejores líderes incubados en su propio nido filosófico –Gorbachov- es la mejor repuesta a estas necias especulaciones con las que, en el caso de Venezuela, se trata de adornar un propósito de apropiación ilegítima del Poder por un grupo esencialmente militar y, en el caso de Cuba, para lavar el inmediato pasado genocida de uno de los Dictadores mas sanguinarios de toda la historia de América. Abrir bien los ojos, desintoxicar de prejuicios intelectualoides la mente y prepararse para jornadas que exigirán nuevos y mejores esfuerzos a nuestros congéneres, es lo que debe ocupar el discurso y la acción política de quienes realmente creen en el imperio de los Derechos Humanos, en el entendido, eso si, de que cada vez, el tiempo histórico reclama imaginación al hombre, precisamente para salvarlo y acercarlo mucho mas a las fronteras de la verdadera felicidad, la cual, probablemente, nunca se alcanzará en la misma plenitud en la que la hemos imaginado. Demócratas del mundo: uníos y marchemos todos con nuestra conciencia tranquila, convencidos de que hemos construído hasta ahora, el mundo que hemos podido construir y que para el mañana, inmediato, lo que debemos hacer es mejorarlo, haciendo más justa la justicia, pero también mas libre la libertad.
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Principio del formulario
El comunista es el último eslabón en la cadena evolutiva humana.
Tal es su pobreza intelectual y de espíritu, que solo puede sobrevivir dependiendo del Estado
“ EL SOCIALISMO ES UN SISTEMA CUYA FILOSOFIA ES EL FRACASO, SU CREDO LA IGNORANCIA, SU PRÉDICA LA ENVIDIA Y SU VIRTUD LA DISTRIBUCION IGUALITARIA DE LA MISERIA” (Churchill)
Final del formulario
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