jueves, 7 de febrero de 2008

OPINION

La terquedad de la realidad
Por: Pedro Elías Hernández
En 1982 los ingresos fiscales caen unos 20 mil millones de bolívares (unos 5 mil millones de dólares al cambio de la época), lo que causa enorme alarma. Para 1983, se esperaba el vencimiento de más de la mitad de la deuda externa, lo que obligaba a la República a amortizar parte del capital de esas obligaciones, las cuales, por cierto, habían sido contraídas en medio de un enorme desorden de las finanzas públicas y a muy corto plazo.
Tal circunstancia de insolvencia empezó a generar una masiva fuga de capitales. A esto se sumó la política monetaria adelantada por el Banco Central de Venezuela de la época de mantener controladas las tasas de interés a nivel local en un 12%, mientras que en EEUU se llegó a pagar hasta un 20%. Esto, que parecía absurdo y suicida (como en efecto lo fue) constituyó una fórmula que se instrumentó por las autoridades del BCV a los efectos de drenar al exterior la liquidez monetaria producto de los enormes ingresos petroleros de los años 79, 80 y 81, y así evitar presiones inflacionarias. La cuestión no funcionó y la descapitalización del país fue enorme.
MANEJOS CONTABLES DEL BCV
Para contrarrestar la salida de capitales y aumentar las reservas, el Gobierno hizo dos cosas. Primero revalorizó las reservas de oro de 42,22 dólares a 300 dólares la onza. De esta forma las reservas aumentaron en unos 2 mil millones de dólares, los cuales se convirtieron en bolívares y fueron declaradas como utilidades del BCV que pasaron al Fisco. Igualmente se centralizaron en el BCV las divisas que Pdvsa tenía en el exterior para efectuar sus pagos internacionales, con lo cual se apuntalaron nominalmente las reservas. Estos dólares fueron transformados en bolívares, en su mayoría inorgánicos, ya que se originaron como producto de manejos meramente contables.
En medio de una situación de extrema falta de confianza, los bolívares que pasaron al Fisco como consecuencia de estos manejos contables vinieron a financiar el déficit del Gobierno como consecuencia de la caída de los ingresos fiscales. Estos bolívares puestos en la calle a través del gasto público, se convirtieron rápidamente en dólares que salieron del país, lo que nuevamente puso en peligro las reservas internacionales.
EL PRIMER VIERNES NEGRO
El viernes 18 de febrero del 83, precisamente en el año de la celebración del bicentenario del nacimiento de El Libertador, la situación se hizo insostenible, sobre todo en atención al vencimiento de buena parte de las obligaciones de la deuda externa de la República , y nuestra moneda, que lleva el nombre del Padre de la Patria , en su memoria, se tuvo que devaluar de 4,30 a 11 bolívares por dólar en el mercado cambiario libre que se creó como una alternativa a las paridades fijas preferenciales que se establecieron de 4,30 y 6 bolívares por dólar. En Venezuela, desde entonces, se eliminó el cambio fijo, y los sucesivos gobiernos dejaron flotar la paridad cambiaria. Desde entonces los gobernantes deprecian nuestro signo monetario para abaratar en dólares su gasto público (que se hace en bolívares) a la hora que no le cuadran sus cuentas fiscales. Los que pagan los platos rotos son los ciudadanos, que ven destruido su ahorro en moneda local y la capacidad adquisitiva de sus salarios, ya que los precios en nuestra economía están totalmente dolarizados. El único precio que no está dolarizado en Venezuela es el salario.
UN SEGUNDO "VIERNES NEGRO"
Hubo un segundo "viernes negro" en la historia monetaria venezolana. El viernes 14 de noviembre del 2003, por primera vez en la vida económica del país, nuestra moneda se cotizó por debajo del peso colombiano. Ese día la paridad cambiaria entre nuestra moneda y la del vecino país fue de 0,98 pesos colombianos por un bolívar. Se había producido otra vez un evento terrible para la salud y la solvencia de la economía nacional.
LAS DEVALUACIONES CONTINÚAN
Expertos como la banca de inversión J.P. Morgan vaticinaron que otra devaluación se produciría en el 2005. El propio ministro de Finanzas de la época, Tobías Nóbrega, anunció desde diciembre del 2004 un ajuste en el tipo de cambio por el orden del 10% para el presupuesto del año siguiente. Es decir, la paridad cambiaria se colocaría en unos 2.150 bolívares por dólar. En efecto fue así y esta siniestra predicción se cumplió con precisión de relojería suiza. El nuevo tipo de cambio, previamente cantado, se consumó en marzo del 2005. Otro día negro en la historia monetaria venezolana.
Sin embargo, a la luz de todos estos eventos monetarios antes mencionados, llama poderosamente la atención un nuevo dato que está aportando la realidad económica venezolana. Por primera vez en la historia de nuestra economía se han consumado varias depreciaciones del tipo de cambio en medio de un período de altos ingresos fiscales producto del aumento de la recaudación del Seniat y los altos precios de los hidrocarburos. Sin duda, una luz roja se ha prendido en el tablero de controles de las finanzas públicas del país. En el año 2006, quizás por razones electorales, no se consumó una nueva devaluación de la moneda. Sin embargo, ya el llamado tipo de cambio real o tipo de cambio implícito se coloca aproximadamente en 3.200 bolívares por dólar. Es decir, aproximadamente un 50% por encima del tipo de cambio oficial de Bs 2.150. En el 2007, muy posiblemente, estaremos viendo un nuevo ajuste en la paridad cambiaria por parte del Gobierno, de lo contrario, se mantendrán las distorsiones económicas.
Todo esto viene dado por un aumento inusitado de la liquidez monetaria que pasó de 60 billones de bolívares en agosto de 2005 a 115 billones a diciembre de 2006, es decir, un incremento de casi 100%. Mientras tanto el crecimiento de los bienes y servicios de la economía en ese mismo lapso fue de apenas un 20%. Viendo un poco más atrás, la liquidez monetaria en el año 1999 fue de 12 billones de bolívares, lo que indica que se incrementó en estos 8 años en un 1.000%. De manera interanual el aumento de la liquidez ha sido de más de 120%, mientras que el PIB ha mostrado un incremento interanual de 2,5% en el mismo período de tiempo. En otras palabras, una inmensa masa de oferta monetaria se ha volcado sobre la economía nacional, mientras que la oferta de bienes y servicios ha sido bastante menor. El resultado no podía ser otro que una tremenda desvalorización de la fortaleza de nuestra moneda y por ende de la capacidad de compra de los consumidores, lo cual queda patentado en una inflación de 18.3% de enero de 2006 a enero de 2007 y en el rubro de alimentos de 31% en el referido lapso. Todo esto lleva a que se intente frenar la tendencia con subsidios a rubros agrícolas, masivas importaciones, controles de precios y persecución a los comerciantes acusándolos de especuladores. Vladimir Ilich Ulianov, mejor conocido como Lenin (padre fundador de la Unión Soviética ) decía muchas veces que la realidad económica era más terca que una mula. Estas palabras la deberían tener muy en cuenta los ideólogos del Socialismo del Siglo XXI.

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